La Marina Plaza

“A tempo”, reflexión filosófica sobre el tiempo y el espacio

Publicado: lunes, 15 octubre, 2018

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“Carpe diem”, “Tempus fugit” o “Collige, virgo rosas” son avisos que recalcan que el tiempo es nuestra posesión más valiosa. Si no fuera así, ¿por qué los salarios están determinados por las horas trabajadas o las relaciones personales por el tiempo compartido? Pero el tiempo a su vez qué es sino espacio.

“El tiempo todo lo cura” o “el tiempo todo lo empeora”, cómo una misma cosa puede actuar de forma opuesta. Esa pregunta deberíamos lanzarla también desde un ámbito espiritual: cómo la vida puede significar muerte. Quizás si supiéramos por qué nacemos y por qué morimos, optaríamos bien por nacer o por no morir; y si esto pasase, no sería vivir. Desde el postulado cristiano tenemos el día del juicio final, aunque sin embargo afirma que la vida se prolonga en el cielo o en el infierno. Por ello, no creo que el cristianismo en esta postura se diferencie tanto de la diosa Kali del hinduismo, que encarna en su ser la destrucción y la creación. Realmente, ambos defienden un no apocalipsis (inciso para los seguidores de Nostradamus: este no es vuestro artículo). Ambos proyectan una continuidad. Ese no apocalipsis para mí esta infundado en nosotros, debido a que nos es innato la idea de infinito, pero no la de finito. En cierta forma somos dependientes del “seguirá”.

El eterno retorno de Nietzsche y del estoicismo es fácil de explicar con el ejemplo de una relación tóxica, en la cual se rompe y se vuelve, repitiendo los mismos errores independientemente de que hayamos experimentado su nocividad. Esta estupidez es parte de la irracionabilidad coherente de nuestro ser. ¿Por qué sucede esto? Por la división de tiempos, el futuro está abierto al azar, el presente yace incierto y el pasado es la única fuente de memoria. Esto último significa que lo único seguro es el pasado, lo sucedido, por lo tanto actuamos basándonos en nuestro pasado. El pasado es manipulable, así que su reinterpretación es la esencia del presente. Al poder cambiar el impacto o darles un significado distinto a los sucesos, somos vulnerables a la copia. Con esto quiero decir que el espacio y el tiempo son reinterpretados continuamente por un patrón psicológico, sobre todo en las esferas traumáticas, hasta el punto de desasociarse con la realidad. En parte, esto sucede porque tu mente y tu cuerpo actúan de forma distinta frente al tiempo y espacio, por ejemplo, pueden estar contrariados como sucede con la voluntad y la vejez.

Desde mi punto de vista, abrazaría la distribución del tiempo cíclico, mi menstruación y el capitalismo se unirían a mi club. La caracola embutida, ensimismándose, que se estira como un yo-yo y se retrae repitiendo los mismos acontecimientos es más racional que linealidad temporal de la historia. Irrita pensar que somos más simples de lo que pensamos, voy a copiar una cita de la película “Trainspotting”: “Elige la vida. Elige un empleo. Elige una carrera. Elige una familia. Elige un televisor grande que te cagas. Elige lavadoras, coches, equipos de compact disc y abrelatas eléctricos. Elige la salud, colesterol bajo y seguros dentales. Elige pagar hipotecas a interés fijo. Elige un piso piloto. Elige a tus amigos. Elige ropa deportiva y maletas a juego. Elige pagar a plazos un traje de marca en una amplia gama de putos tejidos. Elige bricolaje y preguntarte quién coño eres los domingos por la mañana”. Después de leer esto, ¿a qué os sentís más parte de las ciudades de papel de John Green? Sí, efectivamente, todos queremos un buen trabajo, un lugar al que llamar hogar, alguien que abrazar por las noches y unos amigos con los que llorar y reír.


Dibujo de Marianne López Griñón Hakkoer

No he añadido tener hijos en este último listado, pero si es cierto que todos nos reproducimos de alguna manera mediante consejos, arte, enseñanzas… Todo este caldo de cultivo se llama desarrollo. El trascurso de este progreso es pura transformación en lo que lo único se mantiene estable son las moiras y la voracidad de Cronos. La búsqueda de la gloria y de la fama, no es otra que el dominio del tiempo, una inmortalidad referencial que sólo se adquiere mediante la conquista de espacios, antiguamente mediante la conquista de territorios o el sometimiento de los pueblos, aunque ambos casos prácticos no sé hasta qué punto podría prescribirlos. Pero es cierto que no sólo el tiempo se mueve a favor de los ganadores o de los avances tecnológicos, también los espacios, pues bien he dicho antes que la conquista del tiempo y la no muerte son metas intrínsecas del ser humano, por ello, no tiemblo al afirmar que el mundo virtual no es más que una dimensión de ocupación.

Según el Mito de las Edades, la primera estirpe humana fue de oro y las siguientes estirpes fueron decayendo desde este material noble hasta composiciones ruines. Sin embargo, la evolución es progreso o decadencia dependiendo del siglo, cualquier griego en la antigüedad diría que el tiempo de los dioses en la tierra fue inmejorable y cualquier modernista mediocre afirmaría que la ciencia es clímax del desarrollo humano. Y si me preguntaseis a mí, os respondería progreso decadente. Aunque también afirmaría que no hay un antes y un después, que todo es una identidad diferenciada que se transforma cosificándose en lo mismísimo, como una masa homogénea y apática, que, como podríamos deducir por los siete elementos fundamentales de la alquimia, todo es lo mismo y a la vez distinto al igual que el tiempo y el espacio.


Pintura de Marianne López Griñón Hakkoer

Author

marianne@tulipanesdespreocupados.com

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