
El comebotellas
Publicado: viernes, 9 marzo, 2018
Link: https://lamarinaplaza.com/2018/03/09/el-comebotellas/
El título parece tener algo que ver con un hombre entallado en un mallot a rayas con algunos tatuajes de marinero en sus fornidos bíceps, el cuál mastica alegremente cristales en un circo de antaño. Pero no, aunque no habría estado mal entrevistar a alguien mientras se engulle la mampara de la ducha con una rebana de pan con mantequilla.
“Flessenautomaat” es el término que se designa en holandés a este tipo de máquina, ahora comprenderéis por qué lo renombré folclóricamente. Imaginar una especie de cajero dentro de los supermercados, cuyo orificio redondo sirve para introducir botellas plástico de una capacidad de dos litros o litro y medio, también botellas de cristal del mismo tamaño como las de cerveza. Primeramente, cuando las compras llenas pagas un extra de 0,20 céntimos por las de plástico y 0,10 céntimos por las de cristal. Una vez usadas, las insertas en este mecanismo y él mismo te devuelve un recibo contabilizando el número de botellas. Después, vas a la caja dispensadora con el justificante de reciclaje y el personal de la tienda te reembolsa el plus (“het statiegeld”) que habías abonado previamente. Finalmente, la empresa manda los recipientes a la fábrica de origen para acondicionarlos con el propósito de reusarlos para la misma función.
Por lo tanto, teniendo en cuenta los niveles de polución y el sentido común, deberíamos demandar como consumidores que compañías como Lidl también ofreciesen estos servicios en España. Pero tal vez, lo dejemos para mañana cuando podamos bañarnos desnudos en polo norte mientras, sujetando nuestra caipiriña, apreciemos la fauna basada en cucarachas, porque puede ser lo único que nos sobreviva.
A nivel municipal también habría que exigir más compromiso ambiental. Hace un par de años, el ayuntamiento dianense revolucionó el panorama con una campaña “canalla” de letreros con eslóganes graciosos en varios idiomas para mantener la localidad limpia. En Dénia, se encuentra el Ecoparque, de acceso gratuito, donde se puede desechar desde restos vegetales hasta residuos peligrosos. De semejante modo, en La Haya se ubica el “Mileu depot”, en cuanto a vertidos a depositar es bastante parecido al alicantino. Sin embargo, en la ciudad holandesa sólo pueden hacer servicio los empadronados. Es más, a cada casa se le asigna una tarjeta no personal y el coste del uso está incluido en las tasas locales. Esta acreditación sirve para contabilizar cuánto se recicla y con qué frecuencia, por lo tanto, se obtienen microdatos para realizar balances y medidas de mejora. De hecho, actualmente se están mandando a los hogares el nuevo formato de tarjeta, que pasa de código de barras a chip para agilizar el proceso junto a folleto explicatorio de donde desechar cada artículo.
Desde mi vena politóloga, he de aclarar que en general no es recomendable copiar estrictamente políticas desde otro país, básicamente porque se desvirtúa el contexto. Sin embargo, hay medidas que se pueden adaptar bien a la vida cotidiana española, como la instalación de contenedores de ropa junto a los centros comerciales, pues resulta más cómodo para los usuarios.
Otra que estuvo en debate en nuestro país, fue la dispensación del número exacto de pastillas que recomienda el tratamiento médico, así se evita la sobremedicación y el acumulamiento de estos, que en muchos de los casos acaban en una papelera genérica. Finalmente, destacaría el tratamiento de los desperdicios de las obras en la vivienda por parte los residentes del domicilio, esos famosos escombros que decoran los descampados. La recogida de estos últimos en Holanda se desarrolla obligatoriamente por dos medios: contratando a una empresa privada o pagando una tasa al ayuntamiento de la localidad por su arreglo.