La Marina Plaza

Bibliotecas callejeras

Publicado: martes, 27 febrero, 2018

Link: https://lamarinaplaza.com/2018/02/27/bibliotecas-callejeras/

Especular sobre librerías urbanas suena un poco a realismo mágico. Pero los vecinos de “La Pedrera” quizás lo entiendan mejor que el resto, porque normalmente puedes encontrar libros usados sentados en el banco de la rotonda, ahí apilados con sus tapas manoseadas, esperan un nuevo lector o tan solo el autobús.

Sin embargo, hay ejemplares que únicamente aguardan las larvas del escarabajo porque ya no hay lectores que los devoren. De hecho, los datos del barómetro de lectura del 2017 lo confirman, 37,7% de los entrevistados leen sólo por ocio en su tiempo libre. Sin embargo, el dato esperpéntico es el 34,2% que afirma no leer, por cuál deberíamos permitirnos suponer que estos individuos cada vez que ven una letra junto a otra cierran los ojos instantáneamente. Y más profundamente, podíamos concluir que esa “minoría con tendencia suicida” que forma casi la mitad de la población española, es la misma que tenía frente a sí la corrupción, el nacionalismo, la crisis … y que tras cada explosión no asumió nunca responsabilidades porque se pueden avalar en la excusa de que jamás vieron nada.

Pero afortunadamente, tenemos un remedio para esta bibliofobia: las bibliotecas callejeras. Tras un vidrio o de forma más austera, hay pequeñas estanterías en las que puedes dejar una edición o llevarte una publicación gratuitamente. Por ejemplo, en el mercado dominical en el “riurau” de Jesús Pobre podemos hallar este sistema.

Esta enriquecedora manera de compartir está consiguiendo cada vez más seguidores en nuestro globo desinflado llamado Tierra. De hecho, caminando por La Haya encontré esta casita de historias enfrente de una vivienda, la definí como “una chistera de chispas en medio del amargo asfalto” en la carta que escribí al propietario. Cuando fui a llevar el escrito, en cuál le dejaba mi correo para que me contara cómo le surgió la idea me di cuenta de que el domicilio tenía cuatro buzones con nombres distintos. Entre ellos, elegí Van Klaus porque sonaba como una versión holandesa de Papa Noel, aunque eso en realidad ya existe y se llama Sinterklaas, el cuál es un hombre con vestimentas papales que originalmente venía con sus esclavos negros desde España, pero ahora los siervos han subido en la escala estamental y su rol actual es de integrantes de una corte acompañante que podíamos considerar como hidalga.

En conclusión, si puedo creer que la literatura tiene futuro, también puedo pensar que Santa Claus va a responder mi carta.

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marianne@tulipanesdespreocupados.com

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