
¿Qué es un “crush”?
Publicado: lunes, 20 mayo, 2019
Otro anglicismo más que se nos cuela en el léxico de problemática amorosa. El diccionario Collins puntualiza tener un crush (crush on someone) es como “estar enamorado de una persona sin tener una relación con la misma”. Empero, esta definición no es suficiente.
Un crush es ese ente que deseas encontrarte harta de sidra el día de tu despedida, con el que tienes sueños mediocres de adultos, por ejemplo, dormir ocho horas seguidas o pasar un día sin tomarte un antinflamatorio genérico, y a quién rizarías los cabellos sin importar que su caspa quede laqueada entre tus cutículas roídas.
Entre las características habituales de los crushes se encuentra su pluralidad, es decir, todos tenemos al menos uno. Segundo factor, su accesibilidad es inoportuna o improbable, esta incapacidad para ser correspondido provoca la idealización del individuo. Siguiente elemento, hay un carácter sexual en la elección del crush, potenciado por la atracción física. Penúltima propiedad, los planes relacionados con estos seres están empapados de platonismo. Finalmente, todas las variantes de estas historias imposibles fundamentan sus bandas sonoras en el género musical bossa nova.

“Pesca”. Marianne López
El próximo caso práctico les ayudará a comprender la dinámica del concepto, pero para ello piensen en ese alguien que desean que les rompa y aunque después todo se vaya a la mierda, se atrevan a decir “al menos he sentido algo”. Suponiendo que tuviera un crush, que evidentemente lo tengo, me llevaría a los campos de Capadocia para estudiar en sus omóplatos la astrología de sus lunares, y cuando nos aburriésemos de comer kebab, nos mudaríamos a Cuba para sólo vestir guayaberas. Después de viajar incesablemente, descansaríamos pescando en una cala paradisíaca; antes de abonarle para siempre, formularía esta frase: “contigo me pasa igual que con Gerardo Diego, sé que eres un canalla pero me derrito cuando te leo”.

“Cuba”. Marianne López
En conclusión, damas y caballeros, ni ustedes ni yo nos fugaremos con nuestros hipotéticos amores imaginarios. En mi caso, especialmente, porque aparte de tener aerofobia, no soporto el olor a puro.

“Turquía”. Marianne López