La Marina Plaza

Cultura de calle contra la gentrificación

“Erase una vez, en un mundo muy lejano, un pequeño reino llamado Españistán, que estaba pasando uno de los períodos más convulsos de su historia más concretamente una de sus regiones, en un rincón del mapa, a duras penas conseguir levantar cabeza, era el país de los curritos” fragmento sacado del cómic de Aleix Saló, publicado en 2011.

Quizás pueda parecer que la cita haya sido escrita en estos mismos momentos, los más susceptibles podrían excepcionar que la burbuja inmobiliaria se ha transformado en la “del alquiler”. Pero creo que en general, acordaremos que la gentrificación ha hecho del centro de las ciudades un aeropuerto, en todas encontramos lo mismo, idénticas tiendas y turistas en vuelo. Si no, recuerden cuando en Valencia, El Carmen era una barrio de yonkies, Ruzafa no albergaba hípsters y El Cabañal no era especialmente “eco–alternativo”. Sin embargo, y afortunadamente, cada proceso tiene su retroceso, y cada corriente cuenta con su contracorriente. También es el caso de la masificación comercial de espacio urbano, donde ha quedado muy atrás el hecho de engalanar colectivamente el espacio común, por ejemplo, era común que las mujeres de los pueblos barrieran frente a sus viviendas su rodal de la vía y en verano refrescaran las calles con cubos de agua.


Imagen de actuación en el Festival ConFusión de Benimaclet

El año pasado participé en un “City Safari” en Róterdam, el cual consiste en hacer un tour no turístico por la ciudad y conocer diferentes iniciativas que se estaban llevando a cabo en la misma. El primer proyecto se llama “Heilige Boontjes”, el objetivo es darles un futuro a jóvenes con un marco marginal, que puede abarcar desde la criminalidad juvenil hasta el mundo de las drogas. El medio es un curso de 50 semanas y tiene un porcentaje de éxito superior al 80%, que al finalizar les convierte en profesionales de la industria del café. De hecho, cuentan con una cafetería abierta al público “Sterk Bakkie” donde estos adolescentes hacen sus prácticas. Mi segunda parada fue en una carpintería “Mr. Van Houten”, cuyos trabajadores en su mayoría proceden del Oriente Medio, padecen discapacidades intelectuales o problemas psiquiátricos. En este taller, los usuarios aprenden a restaurar muebles antiguos y a construir nuevos que posteriormente se venderán en la tienda. La tercera visita fue a una de las casas de “Kubuswoningen”, cuya propietaria Hellen vive en un domicilio sin líneas verticales y me contó su opinión sobre el sistema educativo basado en una vida dedicada a la docencia. Por último, me desplacé para recibir una masterclass de “streetdance” en un barrio bastante humilde, donde una bailarina profesional llamada Reshmay había montado su academia de baile para hacer accesible la danza.

Si se han quedado con ganas de formar parte de algo parecido, lean estas recomendaciones de acceso libre y gratuito: “Balconades d’’Altea” que consisten en la exposición de lienzos de artistas consolidados o amateurs en los balcones del casco antiguo. Otra sugerencia, es el festival “ConFusión” en Benimaclet, que combina espacios públicos y privados con una gran oferta de actividades; este año se celebrará el 20 y 21 de octubre.


Madera en la carpintería “Mr. Van Houten” de Róterdam

Siguiente consejo: caminar por la “Calle Diana” de Dénia cuando se convoca “Art al Carrer” por el colectivo ADAMA para empaparse de artes plásticas. Por último, colaboren con “La Flexió Verbal”, festival formado por voluntarias y voluntarios sin ánimo de lucro, que fue desalojado por la presión hostelera de la Plaza Mariana Pineda de Dénia y se reconstruyó en la “Plaça del Cinema” de La Xara.

Para concluir, aclamen conmigo el impacto de un melocotón de dimensión asteroidal que traspase el smog de las grandes metrópolis y nos traiga algo de frescura a esta aluminosis crónica que padecemos.

Author

marianne@tulipanesdespreocupados.com

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